22 de noviembre de 2010

Tórtola, parada y fonda

Llegó el día señalado y al señuelo de los huevos fritos con chorizo, nos empezamos a reunir muy temprano en la Rotonda de la Bicicleta.


Esta vez no falló nadie, excepto uno que no citaré, que después de conseguir levantarse tras una dura noche, decidió irse a por churros en vez de venir a entrenar. Así que veintiséis corredores tomamos la salida divididos en dos grupos, por un lado los de la ruta corta (que sólo daba derecho a un huevo) y por otro los de la larga (que daba derecho a dos). El objetivo era la bodega de JuanPe, que nos esperaba en Tórtola repleta de viandas y licores.


Así que nos lanzamos hacia Marchamalo recorriendo el Polígono del Henares y de allí a Fontanar, a través de largas rectas y terreno muy llano. Sólo el último tramo de Fontanar a Tórtola era en cuesta, relativamente suave y en la que como siempre aceleramos con la sana intención de hacer un poco más de hueco para el almuerzo que se avecinaba.

Como ocurre siempre en estos casos, resultó que el grupo de recorrido corto era de mano larga, de modo que cuando llegamos ya se habían comido todas las setas y casi nos dejan sin panceta. El esfuerzo que nos costó alcanzarlos fue mucho más duro que el de llegar a Tórtola. Está claro que algunos han perdido la forma, pero no el apetito.


Envueltos en el humo de las parrillas, unos se dedicaban a freir huevos mientars se asaban los chorizos y pancetas, mientras que otros se dedicaban al jamón y al descorche. Trabajos todos ellos durísimos, dada la velocidad a la que el material desaparecía nada más llegar a la mesa, pero que todos agradecimos, ya que no hay nada más agradecido que un estómago bien repleto.

Aquí tenéis a JuanPe y Angel Luis en plena faena y envueltos por la espesa niebla derivada de la combustión del colesterol:


Y aquí a Javier y Roberto con otra faena, más fina, pero no por ello menos importante:


Mientras tanto yo, muy concienciado despues de correr la carrera contra el alcohol de Alcalá, vigilaba atentamente que la cosa no se nos fuera de las manos, lo que conseguí, ya que no rompimos ningún vaso.


Nos vemos también en la obligación de agradecer el comportamiento de alguno, que hizo todo lo posible por defender a los demás de un ataque de transaminasas, aún a riesgo de su propio higadillo.


Y para postre nos vimos sorprendidos por los ¡siete! enormes y exquisitos bizcochos que Mari Carmen nos había preparado, y de los que no hemos conseguido documento gráfico dada la velocidad a la que desaparecieron.


Vamos, que sólo sobró un poco de pan. (Que también aprovechamos, como se ve)


Y aunque lo hayamos dejado para el final, falta lo más importante: agradecer a JuanPe, Javier, Angel Luis y otros amigos su trabajo, dedicación y entrega, que hicieron que todos pasáramos un mañana inolvidable. Un abrazo a todos ellos para los que pido desde aquí una ovación. Hasta la próxima, amigos.



3 comentarios:

  1. Si señor, gran anfitrión Don Juanpe, anuque yo que soy su compañero de trabajo aun no me ha invitado a su famosa bodega. No sé, no sé
    firmado: Jorge de las pistas y I de Austria

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  2. Yo no pude asistir al evento, pero se lo agradezco a Juan Pedro exactamente igual que si le hubiera hecho los honores a la panceta y los chorizos.
    No es normal encontrar gentes tan generosas y altruistas.

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  3. Florián Javier Rangel y Polanco24 de noviembre de 2010, 9:38

    No tengo el placer de conoce a Juan Pedro, aunque si de oidas.
    Como miembro del club, que por lejanía tampoco he podido asistir, me ADHIERO INTEGRAMENTE AL ANTERIOR COMENTARIO DE MI PADRE, y espero Juanpe tener el placer de conocerte y saludarte personalmente.

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