8 de diciembre de 2013

HEREJÍAS HUEVERAS

Como es de todos conocido, el colegio de traductores que estableció en Toledo el arzobispo D.Raimundo tradujo las obras filosóficas de Avicena, Algazel, Alfarabi, Avicebron y otros gracias a la asidua labor de hebreos y mozárabes. El más ilustre de aquellos traductores, Domingo Gundisalvo, arcediano de Segovia, enseñó abiertamente las ideas de la escuela alejandrina en su tratado De processioni mundi, bebiendo su doctrina en la Fuente de la vida del gran poeta judío Abén Gabirol. Divulgadas estas doctrinas por los libros y traducciones de Gundisalvo y de Juan el Hispaliense, nació una nueva herejía cuyos corifeos, dos veces anatemizados, fueron Amaury de Chartres, David de Dinant y Mauricio.

Esta herejía ha enraizado profundamente en las vivencias y hábitos de nuestro Club, por lo que me propongo refutar tamañas creencias diabólicas. ¡Hay quien afirma que no hace falta subir la Peña Hueva para ser miembro del Club! Duda judaizante y propia de la morisma dada a carreras breves y voluptuosas. Y esto se lo pregunta gente que ha recibido los sacramentos en su totalidad manifiesta y no sabe que el correr es sufrir como buen cristiano que piensa que en el Paraíso encontrará una eterna cuesta abajo.

Asomaos a lo más profundo de vuestro corazón y preguntaos: ¿por qué subimos la Peña Hueva? La Revelación lo deja bien claro; "ur qui probati sunt manifesti fiant in vobis" (*)

Y punto. Es teológica, filosófica, entrópica y humanamente imposible ser miembro del Club de pleno derecho sin haber alcanzado las altas cimas de la Hueva. Como dijo D.Marcelino: "El genio español es eminentemente huevero; lo heterodoxo es entre nosotros accidente y ráfaga pasajera"

Por lo tanto, desde aquí propongo que al socio que no suba la Peña Hueva al menos una vez al año (aunque sea andando), le sea duplicada la cuota no por venganza, sino por hereje y calzonazos.

Amén.


* Para que los que han sido probados sean conocidos entre vosotros. 

1 comentario:

  1. Me gusta ver que vuelves con tu afilada pluma, cual estilete contra aquellos pocos del club, que aún conservamos la cordura y apenas hemos subido dos veces corri-caminando a tu querida Peña Hueva.

    No obstante, como sabes que gozas de mi aprecio y mi cariño más profundo, prometo darte un casto beso en la mejilla en reconocimiento a tus hueveras virtudes. Que no está la crisis para andar pagando más.

    Padawan.

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