30 de abril de 2012

El Derecho a la Pereza

A pesar de las buenas intenciones, después del maratón no deja de invadirme algo así cómo un soplo de pereza que poco a poco va apoderándose de mis escasas fuerzas residuales. Si a esto sumamos la proximidad del 1º de Mayo, fiesta del Trabajo y viendo la que está cayendo, la pereza se convierte en apatía. El esfuerzo para emprender cualquier acción es inhumano, y de hecho ni intento comenzar ninguna. Si no fuera por mi inconfesable glotonería no sería capaz de ni de comer ni de beber.

De modo que he hechado mano a uno de mis vicios pasivos preferidos y me he puesto a leer (Maribel viene de vez en cuando y me pasa la página). Sin la más mínima intención me he encontrado con esta joya de la literatura, obra de Paul Lafargue, médico, periodista y revolucionario francés de principios del XIX, que además tuvo la osadía de ser yerno de Marx.

Estoy agotado. Que lo disfrutéis.




Refutación del Trabajo
Paul Lafargue


«Seamos perezosos en todo, excepto en amar
y en beber, excepto en ser perezosos.»

Lessing


Una extraña locura se ha apoderado de las clases obreras de los países en que reina la civilización capitalista. Esa locura es responsable de las miserias individuales y sociales que, desde hace dos siglos, torturan a la triste humanidad. Esa locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda del trabajo, que llega hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de su prole. En vez de reaccionar contra tal aberración mental, los curas, los economistas y los moralistas, han sacrosantificado el trabajo.

Hombres ciegos y de limitada inteligencia han querido ser más sabios que su Dios; hombres débiles y despreciables, han querido rehabilitar lo que su Dios había maldecido. En la sociedad capitalista, el trabajo es la causa de toda degeneración intelectual, de toda deformación orgánica. Comparad los purasangre de los establos de los Rothschild, servidos por una legión de bímanos, con las pesadas bestias normandas, que aran la tierra, acarrean el abono y transportan la cosecha a los graneros. Mirad al noble salvaje que los misioneros del comercio y comerciantes de la religión no han corrompido aún con sus doctrinas, la sífilis y el dogma del trabajo, y mírese a continuación a nuestros miserables sirvientes de las máquinas.

Cuando en nuestra Europa civilizada se quiere encontrar un rastro de la belleza nativa del hombre preciso ir a buscarlo en las naciones donde los prejuicios económicos no han desarraigado aún el odio al trabajo. España, que, ¡ay!, también va degenerando, puede aún vanagloriarse de poseer menos fabricas que nosotros prisiones y cuarteles; pero el artista goza al admirar al audaz andaluz, moreno como las castañas, derecho y flexible como un tronco de acero; y nuestro corazón se estremece oyendo al mendigo, soberbiamente arropado en su capa agujereada, tratando de amigo a los duques de Osuna.

Para el español, en quien el animal primitivo no está atrofiado, el trabajo es la peor de las esclavitudes. Al igual que los griegos de la gran época que no tenían más que desprecio por el trabajo: solamente a los esclavos les estaba permitido trabajar; el hombre libre no conocía más que los ejercicios corporales y los juegos de la inteligencia. Fue aquel el tiempo de un Aristóteles, de un Fidias, de un Aristófanes; el tiempo en que un puñado de bravos destruía en Maratón las hordas del Asia, que Alejandro conquistaría rápidamente.

Los filósofos de la Antigüedad enseñaban el desprecio al trabajo, esta degradación del hombre libre; los poetas cantaban la pereza, ese regalo de los dioses: O Melibae, Deus nobis hoec otia fecit.

Cristo, en su sermón de la montaña, predicó la pereza:

«Contemplad cómo crecen los lirios de los campos; ellos no
trabajan, ni hilan, y sin embargo, yo os lo digo, Salomón,
en toda su gloria, no estuvo más espléndidamente vestido».


Jehová, el dios barbudo y de aspecto poco atractivo, dio a sus adoradores el supremo ejemplo de la pereza ideal: después de seis días de trabajo se entregó al reposo por toda la eternidad.

(segir leyendo) ……………

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