9 de septiembre de 2013

ULTRAFONDISTAS

Es acojonante lo de los ultrafondistas. Son una raza aparte que vive tan obsesivamente el asunto de correr que les cambia hasta el aspecto. Mirad atentamente la foto de abajo, obtenida momentos después de la finalización de los ciento y pico de kilómetros de Peña Golosa.


De izquierda a derecha Dolores, Alberto, Francisco y Amparo. Fijaos en la cara de concentración de ellos y en la marcialidad con la que lucen los colores del Club. Repito: acojonante.

Me he estado preguntando durante mucho tiempo qué es lo que mueve a personas aparentemente normales a preparar y consumar estas gestas inaudítas, exhaustivas e interminables. Y la respuesta me la ha dado un matemático del Club: a los ulttrafondistas les mueve un sentimiento místico.

¿Que qué puede saber un matemático de mística? Pues mucho. Esta gente, extraordinariamente dotada para el uso y desarrollo de la filosofía natural, derivan invariablemente hacia la filosofía empírica y especulativa, ya que como todos los científicos, pertenecen a una subespecie del Homo Sapiens con la mente sumamente desarrollada, y esto por dos motivos fundamentalmente: su gran perímetro craneal y su conocida endogamia, ya que, como es sabido, suelen aparearse y engendrar entre miembros de la misma especie. Sólo dos ejemplos: Madame y Monsieur Curie y Jose Luis Temprado y Carmina. (Y lo dejo aquí, ya que Jose Luis, además de para la filosofía, está extraordinariamente dotado para las collejas).

Pero volviendo al sentimiento místico, experimentos realizados en la Universidad de Lovaina han demostrado que mediante la excitación con sondas eléctricas de ciertas zonas del cortex cerebral, el sujeto experimental puede alcanzar el éxtasis místico. Pero el hombre ha perseguido estas experiencias desde mucho antes del descubrimiento de la electricidad, y de hecho las ha alcanzado. ¿Cómo lo ha hecho? De tres formas básicamente.

La primera es mediante la introspección y la meditación. Este método es muy común en las culturas orientales. Buda, Krisna y Visnu entre otros, elevan el karma del creyenye a unas alturas que les hacen incluso levitar de gozo, casi como un jubilado con la reforma de las pensiones.

El segundo método es mediante el uso del alcohol y las drogas, Estas últimas son las preferidas de las culturas precolombinas, que mascando hojas de coca elevaron su espíritu por encima del Machu Pichu. Por otro lado, desde Noé, las religiones judeogrecolatinas han preferido el vino, mientras que las razas arias del Norte optaron por la cerveza. Y os puedo asegurar que este método funciona. Yo mismo he estado varias veces a punto de fusionarme con el Todo Cósmico simplemente consumiendo derivados de la uva. Y si no lo he conseguido del todo ha sido porque el dormitorio no paraba de dar vueltas. Pero lo sigo intentando.


Pero existe un tercer sistema. Es el que utilizan los faquires en la India, los eremitas, monjes y estilitas en los primeros tiempos de la Iglesia, los miembros de Opus Dei en los últimos y los votantes del PP en la actualidad: hacer penitencia y disciplinarse hasta llevar el cuerpo a la extenuación. Mediante estos menesteres se debilita el cuerpo y se potencia el alma, que se eleva hasta alcanzar el éxtasis.

Pues bien, los miembros de este nuevo grupo de ascetas conocidos como ultrafondistas, son capaces de vivir experiencias místicas llevando el cuerpo al límite mediante el sencillo método de correr más de cien kilómetros de una tacada. Es inexplicable que no se le hubiera ocurrido a nadie antes.

El método es duro pero merece la pena intentarlo. Es algo contagioso. No puedo sino sentir una sana envidia cuando los veo entrar en meta felices, sonriendo y dirigiendo una luminosa mirada a las alturas mientras sus labios susurran:

Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido
tanto más bajo y rendido
y abatido yo me hallaba.
Dije: ¿no habrá quién alcance?
Y abatime tanto, tanto,
que fuime tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

¡Bienaventurados los ricos en kilómetros, porque ellos verán a Dios!


1 comentario:

  1. Bien dicho, Joaquin.

    Magnífica exposición del ultrafondo, aunque algunos sólo aspiramos a acabar la maratón con dignidad, sin mucha mística. El camino es lo que cuenta.

    Alfredo.

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