Tres (o cuatro) Cantos

Ayer estuvimos corriendo la vuelta pedestre a Tres Cantos que por fin era eso, una vuelta y no dos como hasta ahora. Hacía ya tres o cuatro años que no participaba en esta carrera a la que le tengo un cariño especial, ya que estuvimos viviendo allí durante cinco años (de eso hace ya dieciocho) y allí nació Jorge. Aunque entonces no corría más que bajo fuertes amenazas, estuve muy ligado al deporte de la nueva ciudad, recién segregada de Colmenar Viejo, siendo el primer entrenador del equipo senior del Club Baloncesto Tres Cantos con el que conseguimos ascender 4 categorías en 2 años. Después, corriendo, he conseguido repetir la hazaña, aunque en más tiempo: en los 15 años que llevo corriendo he conseguido ascender de Veterano-A a Veterano-D.

Allí tengo un buen amigo, gallego para más señas, y del que nunca he sabido si salió de Galicia para venir a Madrid, o si entro en Madrid al irse de Galicia. Tiene nombre de turrón, Xoxe, y una mala leche tipo Fraga Iribarne con la que me ha estado castigando durante años mientras me llamaba gilipollas por dedicarme a esto de correr.


Pero hace poco me llamó todo entusiasmado el pobrecito para decirme que iba a correr su primera media maratón. A mí se me saltaron las lágrimas de emoción, no por haber captado un nuevo aficionado a este deporte, si no por poderle devolver todos los calificativos con los que me había obsequiado. Por eso, cuando me enteré de que iba a participar en la carrera de este domingo no pude contener las ansias de ir a comerle un poquito la moral.

Así que por la mañana temprano nos presentamos en su casa para ir a recoger los dorsales. Marichu, la sufrida mujer de Xoxe, se alegró mucho de poderse quedar en casa fumándose unos cigarritos sin que nadie le diera la vara con los peligros del humo y la nicotina, y nosotros nos fuimos hacia el estadio para impregnarnos del ambiente deportivo que se respiraba en una soleada mañana de invierno.


Estrenábamos las nuevas Pistas de Atletismo, desde cuyo interior se daba la salida. Hubo una mente preclara entre los organizadores que tuvo la genial idea de que en la salida se diera una vuelta y media a las pistas. Con más de mil doscientos corredores, la consecuencia lógica fue que los primeros completaron la primera vuelta y volvieron a la línea de salida antes de que los último hubieran empezado a correr. No contentos con el tapón provocado, estrecharon todo lo posible la salida del estadio para facilitar más las cosas. Resumiendo: nos pudimos dar con un canto en los dientes (el cuarto) los que conseguimos bajar de 7 minutos el primer kilómetro.


El nuevo trazado es prácticamente igual que el que ya conocíais. No hay ninguna cuesta fuerte, pero tampoco ningún tramo llano. Es un continuo sube y baja con multitud de giros y rotondas que no te deja coger un ritmo constante, pero en general es un circuito bastante llevadero. En los puestos de agua sufrimos una nueva ocurrencia de la organización, que decidió (me imagino que por ahorrar) poner sólo dos personas a cada lado repartiendo agua, sin mesas, a mano, por lo que la mayoría nos quedamos sin poder coger ni un botellín.

A pesar de todas las dificultades y un poco sedientos, conseguimos entrar en meta en un tiempo bastante digno y disfrutar de la bolsa con la que para acabar su actuación, nos obsequió la ya tantas veces citada organización: una botellín de agua (¡por fin!), dos refrescos y una bolsa de plástico de uso indeterminado.


Lo mejor, como siempre, la gente. Mucha animación y muy buen ambiente entre los corredores. Y muy buenos amigos con los que pasamos un día entrañable. Y más conociendo el patrocinador de Xoxe.


Un abrazo a todos los tricantinos. Volveremos.